La diabetes tipo 2 es posiblemente junto a la obesidad uno de los grandes problemas de salud del siglo XXI en países desarrollados. La prevalencia de diabéticos tipo 2 se ha disparado en los últimos años. Además, aunque no pueden ser considerados diabéticos, se estima que 343 millones de personas presentan una respuesta metabólica deteriorada (concentraciones elevadas de glucosa y tolerancia alterada a ésta), siendo considerados “prediabéticos” o en alto riesgo de padecer diabetes tipo 2.
Aunque intervenciones farmacológicas como la toma de metformina pueden disminuir los niveles de glucosa en esta población, la Asociación Americana de Diabetes recomienda centrar la prevención de la diabetes tipo 2 mediante estrategias de mejora del estilo de vida como la nutrición o el ejercicio físico. Recientemente, una revisión sistemática publicada en Cochrane (Hemmingsen, 2017) analizó la efectividad del ejercicio físico aislado o combinado con una intervención nutricional para la prevención o el retraso de la diabetes tipo 2 en personas prediabéticas. Para ello, analizaron 12 estudios que incluían un total de 5238 participantes prediabéticos.
Dos de los estudios analizados incluyeron únicamente ejercicio físico, siendo la pre valencia de diabetes tipo 2 en los participantes que hicieron ejercicio inferior a la de aquellos que siguieron el tratamiento farmacológico estándar (41 y 68%, respectivamente, en uno de los estudios, y 12 y 18% en el otro estudio). Además, un estudio comparó la realización de ejercicio físico con la inclusión de una intervención nutricional y encontró una prevalencia similar de diabetes tipo 2 en ambos grupos (41 y 44%, respectivamente). Sin embargo, la mayor evidencia se obtuvo al combinar ambas intervenciones, con 11 estudios encontrando una menor prevalencia de diabéticos tras realizar ejercicio físico y dieta en comparación con el grupo control (15 frente al 26%, respectivamente).
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